El varón domado (
Der dressierte Mann), por Esther Vilar.
El ejemplar que me he leído es uno editado por Grijalbo, que me prestó
El Hombre Bicentenario.
Lo más
bonito del libro es la dedicatoria:
Este libro está dedicado
a las personas que no aparecen en él:
a los pocos hombres que no se dejan amaestrar
y a las pocas mujeres que no son venales.
Y a los seres afortunados que no tienen
valor mercantil, por ser demasiado viejos,
demasiado feos o demasiado enfermos.
Leo en las solapas que E. Vilar nació en Argentina de padres emigrados de Alemania. El libro creo entender que lo publicó en Viena (en alemán) en 1971.
En el primer capítulo se presenta la idea que se va a defender durante todo el libro: Una mujer tiene un pinchazo. La reacción de esta es inmediata: se baja del coche y espera a que un hombre se pare y le cambie la rueda, por supuesto ni se plantea el cambiarla ella. En seguida se detiene un hombre para ayudarla. Él coge su propio gato y sus herramientas y le cambia la rueda en cinco minutos.
El hombre se ha manchado los zapatos y llega tarde a trabajar, pero se siente feliz.
La moraleja de Vilar es que el hombre es inteligente, fuerte, hábil, mientras que a la mujer le basta con someter o amaestrar al hombre con el chantaje sexual, el de los hijos, con los elogios, y con el de su supuesta debilidad. La mujer, por lo tanto, no necesita tener ninguna habilidad humana superior, le basta con aprender a usar al hombre para tener una vida cómoda en la que un hombre trabaje para ella mientras ella se ocupa de las tareas más livianas.
Según el libro, el hombre es un ser elevado cuya angustia existencial incluye el miedo a la libertad, por eso busca una mujer para ser su esclavo. La mujer en cambio, atrofia sus habilidades desde joven, convirtiéndose en algo parecido a una prostituta sofisticada, que vende su cuerpo por una vida cómoda.
Veamos un algunas perlitas de este libro.
En el primer capítulo,
De la felicidad de los esclavos, página 11:
Las mujeres hacen que los varones trabajen para ellas, piensen por ellas, carguen en su lugar con todas las responsabilidades. [...] Y sin embargo, los varones son robusstos, inteligentes, imaginativos, mientras que las mujeres son débiles, tontas y carecen de fantasía. ¿Cómo es que, a pesar de ello son las mujeres las que explotan a los hombres[...]?
¿Será, tal vez, que la fuerza, la inteligencia y la imaginación no son en absoluto condiciones del poder, sino de la sumisión? ¿Que el mundo esté gobernado no por la capacidad, sino por los seres que no sirven más que para dominar, o sea, las mujeres?
En el tercer capítulo,
¿Qué es la mujer?, página 22:
¿Por qué no utilizan las mujeres el cerebro? [...] En teoría es posible que una mujer hermosa tenga menos inteligencia que un chimpancé [...] y que [...] triunfe en el medio humano.
En el séptimo capítulo,
Las mujeres son divinas gracias a su estupidez, páginas 49-50:
Sólo los oprimidos pueden desarrollar [...] la necesidad de libertad. En cuanto que son libres [...], se asustan y empiezan a sentir nostalgia del cobijo que dan las ataduras firmes.
El ser humano nunca es libre durante los primeros años de su vida. [...] En cuanto está libre --y siempre que sea tonto, como lo son las mujeres-- se encontrará muy bien en su libertad, e intentará conservarla. [...] Muy diferente es la situación del hombre inteligente (o sea, del varón): siente [...] al principio la liberación como un aligeramiento infinito [...] pero en cuanto que se propone hacer uso de esa libertad [...] le salen al encuentro el temor o la angustia: [...] sabe que cada una de sus acciones contiene la posibilidad de infinitos efectos diferentes, consecuencias que no puede prever en su totalidad [...], y de las que será plenamente responsable una vez que se haya decidido libremente por su acción.
Evidentemente, hay que leer este libro con una cierta distancia; parte de una visión parcial de un mundo sexista que no es el de hoy en día. Pero si tenemos esto en cuenta, creo que puede ser un texto interesantísimo, que nos puede ayudar hacer una crítica de los roles tradicionales de hombre y mujer.
Además, visto por otro lado, si un hombre se creyera por completo el texto, no podría sino luchar contra el sexismo y los roles tradicionales, se rebelándose contra sus cadenas. Quiero pensar que esa es la intención de la autora.
Vale la pena: sí.
Nota: es difícil de conseguir en español, está descatalogado.